Cuánto de nuevo tiene el pacto Chile Vamos heredero de la Coalición por el Cambio
Cristóbal Bellolio, es uno de los críticos a la forma como se configuró este bloque, advierte que “no hay mejor pegamento que el poder”.
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El 19 de diciembre el nuevo referente de la derecha consiguió, después de no pocos intentos, anunciar la buena nueva a su sector: a partir de esta fecha nacía oficialmente el pacto Chile Vamos compuesto por los partidos tradicionales UDI y RN, además de Evópoli y el PRI, ambos en formación.
Hasta ahí, una instancia que en forma y fondo se asemeja peligrosamente a la Coalición por el Cambio que nació sólo para llevar a Sebastián Piñera a La Moneda en las elecciones de 2009 y con la que rompió una sequía de 50 años en que la derecha no ganaba una presidencial. El elemento diferenciador de este última iniciativa lo constituye el diseño de institucionalización que, según sus máximos representantes, asegura la proyección del bloque más allá de un mero acuerdo electoral.
Esta pieza, que podría ser lo novedoso que ha mostrado el nuevo pacto, a juicio de Cristóbal Bellolio, tampoco se instaló sobre cimientos sólidos, porque “los dirigentes desoyeron la recomendación de Hugo Herrera (académico de la UDP, autor de “La derecha en la crisis del bicentenario”) que les dijo que primero había que pensar, conversar, discutir, antes de estar necesariamente creando estructuras”.
Desde ese punto de vista, no estaría asegurada una sociedad duradera y “darle años a las nuevas generaciones de intelectuales para que reconstruyan el ideario de la derecha, sencillamente no es factible para la necesidad de competir electoralmente mañana en las municipales y después en las presidenciales”.
De hecho, los dirigentes del pacto admiten que el principal objetivo de este team es llegar nuevamente a La Moneda y que para ello es indispensable una buena performance en las municipales de 2016. Un desafío que los analistas del sector siguen con optimismo, convencidos de que la derecha aprendió las lecciones que le dejó el fracaso de la Coalición por el Cambio como proyecto de largo plazo.
El director ejecutivo del Instituto Libertad –ligado a RN-, Aldo Cassinelli, es uno de los que estima que la Coalición por el Cambio fracasó porque no tenía un proyecto político de largo plazo. Aunque le asigna más valor a la presencia del PRI en este pacto que a la de Chile Primero en la coalición con la que Piñera llegó a La Moneda, pues –dice- aunque no tiene figuras nacionales como cuando partió con Adolfo Zaldívar sí tendría una base sólida “que es lo que se necesita para llegar al votante”.
Coalición amplia
Cassinelli explica que este pacto tendrá proyección política de largo plazo siempre que asuma la “unidad dentro de la diversidad” y, lo más importante porque fue lo que fracasó en la coalición anterior, “no sólo debe ganar la elección, además deben gobernar juntos. Una coalición amplia con unidad”.
El optimismo del director del Instituto Libertad se basa en que en el pacto recién conformado se estaría dando un elemento central que permitiría su desarrollo futuro que es “la unidad ideológica y la diversidad interna en términos de sus componentes”. Pero aclara que para que esto se pueda prolongar es clave que todos los actores entiendan que se trata de un trabajo en equipo, porque “si alguien se atribuyera el triunfo por sobres los otros o el conjunto se provocaría un escenario complejo”. Ello, porque “si bien se necesitan liderazgos, no es lo mismo que atribuirse el logro personalmente”.
Así, es importante que más allá del discurso, reitera Cassinelli, los dirigentes de la derecha tengan claro que “hay que conformar una coalición de gobierno y no sólo electoral”. El experto insiste en el punto, porque ese ha sido históricamente un problema para la derecha, cuyos partidos más relevantes como RN y la UDI han sido incapaces de renunciar a intentar fagocitarse mutuamente desde su conformación, a fines de los ’80.
La política sin binominal
Además destaca que la institucionalidad que se dio el nuevo pacto servirá para “definir el marco en el que se van a mantener las relaciones entre los diferentes partidos”.
En ese sentido, Bellolio es más crudo y plantea derechamente que aunque no puede predecir cuánto durará esta vez este ejercicio, “no hay mejor pegamento que el poder” y dado que las posibilidades de ser gobierno son altas, eso los mantendrá unidos.
Distinta es la mirada del analista de la Universidad Central Marco Moreno, ya que no deja de visualizar este proyecto como un mero pacto electoral, “para primero tratar de sortear con éxito las municipales, porque esas elecciones son un predictor las presidenciales”. Pero no han contado –advierte Moreno- con que en ese análisis no corre la lógica de las coaliciones, porque con la desbinominalización de la política, “los partidos chicos van a adquirir más peso en el nuevo escenario”.
Su mirada es evidentemente pesimista respecto del nuevo pacto, porque además de lo anterior, “no han logrado imponer la marca y, aunque el gobierno tiene muchos problemas, la oposición no ha sido capaz de ejercer su rol como tal, la ciudadanía no los identifica como tal”.